El Abrazo Gélido de Santiago: Una Ola de Frío que Congela hasta el Corazón

Actualidad Nacional

En las concurridas avenidas comerciales frente a la icónica Plaza de Armas de Santiago, los maniquíes de los escaparates están abrigados como nunca antes. La escena parece sacada de una postal invernal: colgadores de correas en las paradas de autobús sostienen cafés humeantes, buscando calor en la bruma helada. Mientras tanto, los Andes, siempre majestuosos, exhiben sus picos nevados brillando con una intensidad renovada tras una tormenta temprana.

La capital chilena se encuentra bajo un congelamiento récord. Tras una ola de frío de ocho días que ha golpeado a la región, la temperatura promedio de mayo ha caído a 37 grados Fahrenheit (2 grados Celsius), la más baja registrada desde 1950. Según Angélica Guzmán, meteoróloga de la Dirección Meteorológica de Chile, este jueves se registró el día más frío del año, con temperaturas descendiendo hasta los -1°C.

En medio de esta ola de frío, Rosita Moya, publicista santiaguina, describió con voz temblorosa su rutina matutina: “Hay que salir vestida con doble capa. Tuve que ir a buscar mi sombrero”, comentó a CNN, con la capucha forrada de piel de su parka levantada contra el viento cortante. Es un reflejo de la preparación y el ingenio necesarios para enfrentar este clima inusitado.

Mientras Santiago se enfría, el sur de Brasil enfrenta una situación crítica con fuertes lluvias e inundaciones que han dejado decenas de muertos y al menos 100 personas desaparecidas. En comparación, los chilenos, aunque acostumbrados al frío, no esperaban temperaturas tan bajas tan temprano en el año. Un típico mayo en Santiago alcanza los 17°C, bajando a 6°C por la noche. Lo peor del invierno suele llegar en julio, cuando las mínimas promedian 2°C grados.

La causa de este inusual y persistente frío es una masa de aire helado que se asentará durante todo el fin de semana, prolongando las temperaturas bajo cero. En respuesta, las autoridades han declarado un “código azul” en todo el país, abriendo refugios y servicios adicionales para las personas sin hogar. “Tenemos que estar preparados: ropa abrigada, calzado cerrado, protección para las manos. Vigila las partes de tu cuerpo que están más expuestas, tenemos que taparlas”, advirtió un locutor de radio en una transmisión nocturna.

Este congelamiento no solo desafía a los santiaguinos a adaptar sus rutinas diarias, sino que también refleja una realidad climática cada vez más impredecible. Con el cambio climático alterando patrones meteorológicos globales, fenómenos extremos como estos podrían volverse más comunes. El abrazo gélido de Santiago nos recuerda la vulnerabilidad y la resiliencia de las comunidades frente a la fuerza implacable de la naturaleza.

Así, mientras nos acurrucamos bajo capas de ropa y buscamos calor en nuestros hogares, Santiago sigue adelante, envuelta en un invierno prematuro que ha llegado sin previo aviso. La ciudad, sus habitantes y su paisaje están congelados en un momento que será recordado por mucho tiempo: una ola de frío que no solo congela el aire, sino que también marca el espíritu de una ciudad acostumbrada a desafiar las adversidades.